Tener una persona con la que desahogarse sin utilizarla como
basurero es una maravilla, ya que da la oportunidad de poner palabras a lo que
llevamos dentro, y es que al verbalizar podemos escuchar nuestro diálogo
interno desde otros oídos, podemos observar nuestro discurso con otra perspectiva
e incluso, a veces, se relativiza. Pero si además, esa persona tiene la
capacidad de ofrecer otros puntos de vista (sin convertirse en eco de nuestras
palabras), entonces es el éxtasis. Pues la oportunidad de observar con otros
ojos aquello que llevas dentro te puede aportar soluciones que no habías visto
por hallarte sumergido en el lodazal de la mente.
Ofrecer otros puntos de vista no es sinónimo
de obligar a otros a que los siga, ya se sabe que cada uno es libre de
revolcarse en el lodo tanto como desee, pero por lo menos el lugar estará más
iluminado.
Relacionarse con otra persona de esta forma no sólo es un alivio para el que se desahoga si no un aprendizaje para el que escucha, ya que en la interacción con el otro aprendemos de sus ejemplos, aprendemos a escuchar y aprendemos a ofrecer.
Algunas personas llaman a esto amistad.